El educador (...), es aquella persona que hace participar a otro de la propia experiencia. Educar quiere decir implicar al otro en aquello que yo vivo; es mostrar a otro aquello de lo que yo dependo; es transmitir a otro algo que yo he recibido. Por esta razón, se puede ser verdadero educador solamente si se es discípulo. Una concepción moderna y falsa muestra la educación como un gran supermercado, donde el educador pone a disposición del cliente los productos, y éste elige si comprarlos o no. En cambio, la verdadera educación es hacer partícipe a otro de algo que yo estoy viviendo, es decir, de mi propia experiencia.
El maestro quiere ayudar al discípulo a encontrarse a si mismo y a encontrar aquello que está fuera. Quiere hacerle caminar sobre la tierra sin olvidarse de las estrellas. Quiere ayudarle a comprender que los deseos se pueden realizar, porque son la huella de Aquél que nos ha querido desde la nada, y que no nos deja solos. Quiere, en resumen, acompañarle en su camino.
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